Peligro: ¡Los mensajes nos invaden!
En los tiempos de la comunicación (estos en los que mucho se habla y poco se dice, en los que podemos conocer gente de China por chat pero ni conocemos al vecino de al lado), nuestras pertenencias no han querido quedarse atrás.
Pero no es precisamente algo actual, la era Internet es posterior al proceso que quiero tratar en esta nota. Ya la década del 80’ hizo su aporte con la moda de pegar calcomanías en donde sea. Las calcomanías tienen muy útil información, ¡No las subestimen! En la luneta trasera de un auto son como recuerdos que quedan de las diferentes vacaciones de quien maneja: “Yo amo a Santa Teresita”, “Yo fui a Mundo Marino”, “Córdoba, corazón de mi país”, y la lista continúa... cabe la pregunta acerca de la utilidad de aquella información, pero por supuesto, ante un eventual choque el conductor podrá excusarse porque sus preciadas calcomanías dificultaron la visibilidad, y también son de utilidad a la hora de conversar sobre las vacaciones... con dirigirse al auto del viajante, el interlocutor ahorra varias palabras.
También tenemos los carteles móviles, aquellos que viajan en las remeras. La remera con la cara de Ernesto “Che” Guevara es una extraña complicación. Existen dos mensajes posibles para leer: o bien que quien la usa adhiere a las ideas del revolucionario, o sino (y créame lector, en la mayoría de los casos sucede), que quien la luce es una persona a quien alguien le hizo entender que estaba de moda, y poco más piensa que es una banda de rock.
Banda de rock, hablando de eso, están los que llevan una remera de su banda preferida (y en esta categoría, me incluyo). Claro que es vistoso y agradable proclamar lo bien que suena tu música predilecta en tu remera, pero muchas veces la remera se usa por una ... digámosle necesidad de pertenencia. Los chicos se ponen la remera de los Rolling Stones porque sino “no existís”, y allí armamos todo un grupito de preadolescentes que ya, por la módica suma de los diez o quince pesos que cuesta la remera, han comprado un ascenso en la microescala social de su grupo de amigos.
Curioso, entonces, el poder semiológico de una simple remerita... y claro, hay casos aún más ridículos. Siempre hay algo peor, eso no lo olvide, querido lector. Está el caso de las chicas que les recuerdan al resto del mundo, por si no lo notaron, o si faltaba decirse, o si hubiera la necesidad de inducirlo, que ellas son muy “Sexy”. Tampoco despreciemos esto, es una gran ayuda para el observador que no tiene ganas de sacar conclusiones, entonces con sólo mirar la remera, las obtiene de forma automática... “Que linda chica es... a ver... sexy!, ahí dice sexy”. También existen remeras que dicen “Rock and roll” (curiosamente muchas chicas que usan esto tienen una muy vaga idea de qué es el rock, pero viste, baby, Britney tenía una igual, no se iban a quedar afuera), Princess, Queen (sin que tenga nada que ver con la banda de rock, es decir, la curiosa usuaria de esta remera es una megalómana que se imagina con coronita y cetro), Baby (para chicas con regresiones), etc.
Las hay con leyendas humorísticas (una curiosa remera de letras difusas que informaba que "el 90 % de los cornudos tienen problemas de visión"), con gráficos, las nacionalistas (ahora están muy de moda, marcando tendencia desde la gran vidriera que es el programa de Maradona, aquellas que proclaman "I love Argentina"), las "de marca" que a veces son simples remeras con un logo estampado que parece dar status... la variedad es infinita. Lo cierto es que la remera lisa de algodón ahora parece ser una especie en vías de extinción.
Las carpetas son otros elementos curiosos que aportan riqueza al asunto. Más allá de las de músicos, novelas, fútbol y dibujos animados, la joyita del rubro es la carpeta de fibra negra firmada con Liquid Paper, especie autóctona del colegio secundario. Allí se pueden ver dedicatorias, todas iguales: “Sos mi mejor amiga, te quiero, Ana”, “Sos mi mejor amiga y te re quiero”, “Sos mi mejor amiga y como dijo Ana, te quiero”, y así sucesivamente. Claro, Ana entró en la ceremonia del Liquid Paper pero probablemente tenga la peor de las ondas con la poseedora de la carpeta. No importa, el que más firmas tiene es como si poseyera un flamante certificado de popularidad, así que todo vale.
Tomando el tema en serio, resulta alarmante la necesidad continua que tenemos de comunicar cosas. Es una búsqueda constante y exhaustiva de identidad, la cual intentamos configurar mediante nuestras cosas materiales y sus “carteles”. Quizás si las palabras se redujeran a los diarios, revistas y libros, no nos agobiaría la cartelería infinita e iríamos en búsqueda de la palabra escrita más a menudo. No es bueno eliminar toda inscripción en nuestra ropa y objetos, pero sí es preciso ser consciente de que nuestra identidad se halla inscripta en nuestros actos, actitudes, pensamientos y palabras, y la apariencia es algo secundario. Pero claro, en la época de la imagen y la información, estas dos han hecho un cóctel explosivo y nos han sometido a todo esto. Bueno es que empecemos a procurar más pensamiento y menos imagen, a tender a profundizar más que a mirar lo superficial.
3 comentarios:
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ME GUSTO JAJA, LO DEL CHE GUEVARA TENGO UN AMIGO ASI :P
MAYBRIGHTON!
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