viernes, junio 23, 2006

INTERNACIONALES

Bush, Guantánamo y los derechos humanos

Durante estas últimas dos semanas, la política de derechos humanos de los Estados Unidos ha sido duramente cuestionada por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) a causa del trato que la potencia proporciona a sus prisioneros de guerra. Esta mañana, en el marco de las sesiones que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU mantiene desde ayer en su sede central de Ginebra (y que se extenderá hasta el viernes 30), la Alta Comisionada Louise Arbour reclamó que los gobiernos "en todo momento queden apegados a las leyes", ya que las políticas actuales están generando una "erosión continua de los derechos básicos". También recordó a los estados pertenecientes a la ONU la obligación de prohibir la tortura y de dar a todos los acusados un juicio justo. Si bien en ningún momento mencionó explícitamente a los Estados Unidos, el mensaje tenía como claro destinatario al gobierno de Bush, que desde el 10 de este mes, tras el suicidio de tres prisioneros en la base naval de Guantánamo, es objeto de duros cuestionamientos internacionales.

También Kofi Annan, Secretario General de la ONU, manifestó que la falta de respeto a los derechos y a la dignidad del ser humano es la causa fundamental de que “la paz mundial sea actualmente tan precaria".

La base naval de Guantánamo, ubicada en Cuba, encierra a más de cuatrocientas cincuenta personas, de las cuales tan sólo diez tienen cargos presentados por el Pentágono. Desde su apertura en 2002, contuvo a más de setecientos prisioneros. Todos son sospechosos de pertenecer a Al Qaeda o al régimen talibán derrocado tras la invasión estadounidense a Afganistán, a fines de 2001. Los juicios de todos ellos están suspendidos hasta que el Tribunal Supremo de EE.UU. determine la legalidad de las cortes militares especiales creadas para juzgarlos. Mientras, siguen sufriendo torturas y vejaciones dentro de la cuestionada cárcel.



El eje central del problema es que Estados Unidos no los reconoce como prisioneros de guerra, sino que ha inventado un nuevo eufemismo para denominarlos: “combatientes enemigos”. Así, pretenden eludir las condiciones que fija la Convención de Ginebra, vigente desde 1950, donde se especifica cómo deben ser los tratos a los prisioneros de guerra. En ella, se definen como prisioneros de guerra a “los miembros de las fuerzas armadas de una parte en conflicto, así como los miembros de las milicias y de los cuerpos de voluntarios que formen parte de estas fuerzas armadas”, descripción que se aplica perfectamente a estos centenares de personas encarceladas en Guantánamo.

Las denuncias sobre la utilización de la tortura en los interrogatorios como un método empleado cotidianamente en esta cárcel, ponen de manifiesto la violación al artículo 13 de dicha convención, que ordena un trato humano hacia los prisioneros de guerra, prohibiendo las represalias contra ellos. El artículo 17 es aún más explícito: “No se podrá infligir a los prisioneros de guerra tortura física”. La convención es clara: “la potencia detenedora es responsable del trato que (los prisioneros de guerra) reciban”.

Si bien Bush declaró el pasado 14 de junio que tiene intenciones de cerrar dicha cárcel, las consecuencias de esta medida serían quizás peores, ya que la repatriación de estos prisioneros en muchos casos significa, en su país de origen, el sometimiento a más tortura, o incluso a la pena de muerte. Organizaciones de derechos humanos acusaron a la CIA (Oficina Central de Inteligencia de los Estados Unidos) de devolver a los prisioneros a sus países ilegalmente por medio de vuelos secretos denominados “rendiciones”. Los Estados Unidos reconocieron la existencia de dichos vuelos, pero negaron que estas medidas se tomaran a sabiendas o con la intención de que los prisioneros sean torturados. Esta última acusación también es grave, ya que la Convención Europea de los Derechos Humanos prohíbe la repatriación de prisioneros a países donde serán torturados o ejecutados.

El gobierno de Bush también está yendo en contra de (nada menos) la Declaración Universal de los Derechos Humanos, documento de vital importancia para los destinos de la humanidad, tan importante como desatendido es últimamente.


El artículo 5 dice claramente: “ Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. El artículo noveno exige que nadie sea “arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”. Si se toma en cuenta que el 97 % de los prisioneros no han sido aún acusados de ningún cargo, podría considerarse técnicamente arbitraria su detención, ya que, según explicita el décimo artículo de la declaración “toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial( ...) ”.

Es preciso que la ONU pueda asegurar el respeto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que ha nacido junto con la organización y encierra el espíritu de ésta. Pero difícil es pensar que el organismo podrá imponerse teniendo en cuenta que, tanto durante la invasión a Afganistán como en Irak, los Estados Unidos han desoído rotundamente sus advertencias. La utopía de un mundo más justo, humano e igualitario, concebida tras la Segunda Guerra Mundial, parece hoy estar más lejos que nunca, aunque no por ello debe ser olvidada.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy linda nota, aunque yo a la palabra suicidio, la pondría entre comillas.

Salutes

Ale dijo...

Hola, yo soy de México.

Me llamo la atención uno de los libros que te gustan...

Vale, saludos, sácale mucho provecho al libro.
atte. Alejandra