sábado, agosto 26, 2006

INTERNACIONALES

La muerte y la brújula

La enfermedad y la avanzada edad de Fidel Castro ha disparado en Cuba y en el mundo la necesidad de hallar la brújula ideal para definir los rumbos de la isla.

“Fidel Castro es la principal fuerza de la revolución, pero también su principal debilidad" (Gabriel García Márquez)


Tras 47 años al frente de los destinos de Cuba, la continuidad de Fidel Castro tambalea por motivos de fuerza mayor. Ha sido un dictador resistente a más de seiscientos atentados, amenazas de los diez presidentes que pasaron por los Estados Unidos durante estas casi cinco décadas, y a su oposición, que, combatida, encarcelada y acallada, no tuvo otro destino que el exilio o la cárcel.

Pero hay un mal al cual ningún ser humano, por más poderoso y vehemente que sea, puede escapar. La muerte acecha, inexorable, al dictador insular y agita la vida política tanto de Cuba como de todo el mundo, atento a la posible caída del último bastión del comunismo, vestigio de la guerra fría, que ya hace tiempo dejó de ser un tema de la agenda política para pasar a formar parte de los libros de historia.

Entre la población cubana, las especulaciones se discuten con discreción, tal vez con cierta prudencia. Es un tabú, pero a la vez es una discusión prácticamente impostergable, ya que la muerte del anciano líder podría ser inminente.

Por otra parte, en la esfera política de la isla este año se están produciendo cambios, acelerando mecanismos para minimizar (ya que en cierto grado, es inevitable) por todos los medios el debilitamiento del régimen. De ninguna manera Raúl Castro es visto como sucesor de su hermano, ya que también su edad se convierte en un escollo, sino que es considerado como una alternativa de transición, tras la cual deberán operarse cambios.
Por lo tanto, en julio la cúpula del Partido Comunista Cubano (PCC) eligió un Secretariado de 12 miembros (modalidad que había sido abolida en 1991) como mecanismo de defensa del régimen tras el posible deceso de Castro.

El principal inconveniente de la era post-castrista reside en que el régimen ha sido absolutamente personalista, y como todo régimen de esa naturaleza, es muy difícil (si no imposible) que otro líder tome su lugar, que su poder pueda reconcentrarse en otra persona. Por lo tanto, la iniciativa del PCC es sensata.

En cuanto a la reacción del pueblo, la mayoría de los analistas políticos descartan que se vuelque a las calles o que se alce contra el sistema, ya que es un pueblo anestesiado por un régimen persecutor, acostumbrado, además, a ese modo de vida. El setenta por ciento de los cubanos nacieron bajo este gobierno, por lo tanto, es lo único que conocen.

Lo que sí se prevé es la alta probabilidad de que, tras el enorme desasosiego que generará la defunción de Fidel, grandes masas emigren a los Estados Unidos. El país del norte, por su parte, ha anunciado que limitará el ingreso de cubanos a su territorio y prohibirá terminantemente el ingreso de ex funcionarios del gobierno castrista. A pesar de la belicosidad de los comentarios de Bush, se descarta una invasión del país del norte a la isla, por dos motivos: primero, que el ejército cubano tendría la suficiente fuerza como para resistirla, y segundo (y principal) que el ejército estadounidense tiene todas sus fichas puestas en Irak y en Medio Oriente en general.

En lo que concierne al modelo económico, la mayoría de los analistas se vuelcan a creer que el nuevo gobierno deberá seguir el modelo de China, abriéndose paulatinamente al mercado externo hasta llegar a incorporarse al sistema capitalista mundial. No es esperable que el sistema socialista se mantenga indemne sin Castro.

Más allá de todas las lucubraciones acerca del futuro de Cuba, lo cierto es que el cambio es ineludible, ya que Fidel ha hecho de la isla y del régimen un sistema adicto a su figura, y en eso ha fallado como líder: cegado por la egolatría, no ha reparado en construir su sucesión.

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