miércoles, julio 18, 2007

AMIA

Aquel día
18 de julio de 1994. 18 de julio de 2007. 13 años. Muchas investigaciones. Pocas respuestas. Mucho dolor. Poco consuelo. No voy a hacer una crónica de los hechos. Ya hay miles, y todos saben lo que pasó. No voy a argumentar ni a opinar, mucho se ha dicho y mucho es más que obvio, aunque prefiero no pasar por alto las palabras corrupción, impunidad, complicidad y ... la última puede doler y costar más, porque ya no es para los políticos sino que apunta a la sociedad... bueno, ahí va: indiferencia. Indiferencia porque más de una vez he escuchado, con mis propios oídos, como mucha gente no se involucró ni se sintió involucrada, “la bomba se la pusieron a los judíos”, decían. Lo mismo, exactamente lo mismo que muchos hacen cuando, por ejemplo, discriminan al de al lado en un colectivo, y miran para otro lado, y no les afecta porque total ellos no son negros/gordos/viejos/mujeres/extranjeros/etc . El problema siempre es del otro. Los “otros”, durante mucho tiempo, y no por primera vez en la historia, nos sentimos solos y víctimas de la indiferencia. Por supuesto, no quiero generalizar, hubo sectores de la sociedad, hubo personas que se solidarizaron, a quienes les dolió y no merecen recibir las acusaciones anteriores. Pero volvamos al inicio.

Les decía, no quiero hacer otra crónica de ese día, voy a contarles mi pequeña historia de cómo viví esa jornada y muchas posteriores. No es mucho lo que, siendo una nena de 8 años, pude entender. Pero tengo recuerdos. Recuerdo a mi mamá llorando, recuerdo que yo no sabía qué era la AMIA, recuerdo que me lo explicaron. Y que, a mi modo, sentí también tristeza. Recuerdos.

Recuerdos de días sucesivos, recuerdo que yo iba a un kinder y que el primer sábado me extraño que mi mamá no quisiera que fuera, y luego comprendí que era porque tenía miedo. Muchos chicos ya no fuimos al kinder. (Un kinder es un grupo de juego y aprendizaje al que van niños y adolescentes, los sábados, en los templos. Algo similar a los grupos scout de las iglesias). Tardamos años en volver. Muchos chicos fueron retirados de las escuelas judías. ¡Y hasta nos daba miedo ir al templo en Iom Kipur! Supongo que se imaginaran qué tan triste es eso. Las instituciones se empezaron a escudar tras pilotes, horribles pilotes, símbolos del miedo, de la inseguridad, de la impunidad.

Poco a poco, fuimos volviendo a nuestras actividades. Cuando digo “a nuestras actividades”, por favor, no confundan con “a la normalidad”. El miedo no se fue, pero se terminó haciendo una presencia inevitable, como inevitable era volver a nuestros lugares. Y volvimos, pero desde ese momento, debemos soportar que, en la propia comunidad a la que vamos hace años, en el propio club, en lugares que son como la propia casa, el personal de seguridad nos haga mil y una preguntas, nos pida documentos. No me molesta que lo hagan, su deber es cuidarnos, y es por nuestra propia seguridad. Me molesta que exista la necesidad de hacerlo.

Más que la falta de justicia, me molesta que las condiciones estuvieran dadas para que todo haya pasado. Porque la justicia penal no es más que “venganza”, no es más que un castigo, necesario, pero no devuelve a las víctimas a la vida, y no restaura las cosas a la situación anterior (no a 1994, sino anterior al 92’, año del atentado a la embajada de Israel).

Todo va a seguir doliendo, pero sólo dos motivos por los que duele son reversibles: la falta de justicia y la indiferencia social. Por revertir la segunda, vos, ciudadano común, podés hacer algo. Y no sólo en cuanto a la AMIA, sino en toda causa. Cada vez que veas una injusticia ante un hermano tuyo. Y cada vez que recuerdes que “hermano tuyo” no es solamente el que tiene tu misma religión, color de piel o nacionalidad, sino todo ser humano. Cada vez que no gires los ojos ante la injusticia, ante el dolor, ante el racismo y la discriminación, vas a aportar tu granito de arena. Igual va a seguir doliendo. Pero, al menos, no estaremos solos.

3 comentarios:

Notas de pandemia dijo...

Lo que más duele no es que los malos callen sino que lo buenos lo hagan...
mis condolencias a todos los que aún claman justicia, espero que algún día llegue.
beso, abrí new blog...
Agus!

Gabriel dijo...

Hola, y felicitaciones por tu blog.

Una de las cosas que recuerdo con mas dolor es cuando escuchaba a alguien decir por radio o TV barbaridades como "no solo murieron mas de 70 judíos, sino tambien muchos inocentes". Terrible...

Saludos desde Canada,
Gabriel

Solbii♥ dijo...

hola